Columna de opinión

Madrid es un escenario vacío

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Muchas veces se ha afirmado que, por ejemplo, Madrid no tiene buenas salas de buen tamaño para conciertos. Saliéndonos de La Riviera, la Joy Eslava, la Arena y el Circo Price cuesta pensar en salas de un tamaño intermedio para conciertos u otras propuestas culturales. Salas y escenarios de un tamaño intermedio, ni para unos pocos elegidos ni para grandes multitudes. Porque a veces no hace falta mucho, y el poco se queda corto. Hablo sobre todo de conciertos, pero me vienen a la cabeza obras de teatro, montajes de danza, festivales varios, proyecciones de cine, musicales, sesiones de música, congresos, presentaciones, eventos diferentes.

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Pero uno se pone a pensar y le vienen a la cabeza unos cuantos edificios singulares que por toda la ciudad podrían cumplir este cometido, en mayor o menos medida. Cinco edificios que quizás con un gestor voluntarioso y algo de inversión podrían generar propuestas culturales que le darían algo de empuje al ocio en Madrid. Edificios que ahora mismo están en un estado brutal de abandono o van camino de estarlo por la pasividad de sus propietarios, públicos y privados. Que se caen a trozos y que llevan años cerrados con planes para sacarlos del olvido guardados en el cajón en el mejor de los casos, o sin una idea de qué hacer con ellos, en el peor.

El caso quizás más sangrante sea el del Palacio de la Música de la Gran Vía. Un edificio que fue reformado para crear un auditorio musical bajo el auspicio de la Obra Social de Caja Madrid. Un edificio que está listo para ser usado, pero al que le falta alguien que lo quiera llenar. Más barato es vendérselo a Mango para que haga otra macrotienda en la Gran Vía, con el beneplácito del Ayuntamiento. Una pena, ojalá esta iniciativa en Change consiga algo.

O podemos hablar del Teatro Albéniz, que estos días ha vuelto un poco a la actualidad al salir a subasta y acabar entre las propiedades de Kutxabank. Un teatro gestionado por la Comunidad de Madrid que cerró en el año 2008 y que durante unos años sufrió la amenaza del derribo para acabar como un centro comercial. Parece ser que volverá al mercado y que hay gente de la cultura interesada. Veremos.

O el Teatro de Madrid, situado en el Barrio del Pilar, y que se llegó a especializar en la programación de espectáculos de danza. Hasta que la crisis exploto y se acabó el contrato de gestión que existía. Era 2011 y se decidió cerrarlo sin concretar una fecha de reapertura a la espera de un estudio técnico que valorara su situación. Ahí sigue cerrado y sin un plan. Las únicas noticias que saltaron fueron malas: convertirse en una posible ampliación de La Vaguada. Aunque parece que se descartaron.

El Palacio de Congresos de Madrid. No el del Campo de las Naciones, sino el del Paseo de la Castellana, junto al Santiago Bernabéu. Su propietario es el Ministerio de Industria, que no sabe si privatizarlo, si vendérselo a la Cámara de Comercio o si reformarlo y dotarle de más actividad comercial. Sea lo que sea que pase, ahora mismo va cuesta abajo, y sus vetustas instalaciones necesitan un buen plan de reforma. Un auditorio para casi 2.000 personas y varios espacios más para actividades. ¿Lo dejamos pudrirse?

Y un quinto ejemplo: el Cine Madrid de la Plaza del Carmen. Un edificio que nació como frontón de pelota y que acabó convertido en un multicine de cuatro salas. Hoy lleva 12 años cerrado y en estado cercano al abandono. En 2003, años de vacas gordas, el Ayuntamiento de Madrid hizo uno de sus clásicos anuncios que se quedan en nada: 18 nuevas salas de cine y un aparcamiento. Todo quedó ahí y no se volvió a saber más. Una pena porque es un edificio que por su situación, tamaño y posibles usos podría ser una estrella.

Y hay más. Están los Cines Luna que parece ser acabarán siendo un Gimnasio. Están los auditorios al aire libre del Campo de las Naciones y del Tierno Galván. Está el la sala proyectada (y sin construir) del centro cultural Daoiz y Velarde. La vieja Macumba. La Caja Mágica y sus salas pequeñas… Madrid es un escenario vacío.

Madrid, 09 de febrero de 2014.