No hay ayuntamiento del cambio para los gatos callejeros de Madrid

Los ayuntamientos del cambio los llaman. Y, sin embargo, hay cosas que nunca cambian.
Cuando en las elecciones municipales del año 2015 nuevas coaliciones de partidos llegaron al poder en algunas de las ciudades más importantes de España, con Madrid entre ellas, una corriente de ilusión y esperanza se abrió paso en los corazones de muchos. Un cambio respecto a lo que los partidos tradicionales habían hecho durante décadas. La vuelta del pueblo a las instituciones. Uno de los colectivos que acogió con más esperanzas este cambio fue el de los ecologistas y animalistas, que vieron cómo Equo, un partido que había hecho de la política verde su seña de identidad, accedía a la responsabilidad del área de Medio Ambiente. ¿Se convertiría Madrid en una ciudad sostenible? ¿Se daría una respuesta a tantas demandas relacionadas con el maltrato y abandono de animales?
Ha pasado un año, y muchas, casi todas, estas demandas siguen sin respuesta. La pasada semana vivimos un ejemplo de cómo, en algunos aspectos, estos ayuntamientos del cambio no han supuesto un cambio en absoluto. En un enorme solar de la calle Antonio López, en el distrito de Usera, había proliferado una gran colonia de gatos que, alimentados por vecinos de la zona, se habían reproducido sin control hasta alcanzar la posible cifra de un centenar entre adultos y crías. El solar, que antaño albergara una antigua fábrica, era un lugar idílico para ellos: vegetación, túneles para esconderse, roedores e insectos para cazar. Sin embargo, el avance imparable del urbanismo se fijó en este apetitoso bocado inmobiliario cerca de Madrid Río. Y con ello se firmó la condena a muerte de estos gatos.

Muchos vecinos vimos alarmados cómo las excavadoras entraban en el solar y comenzaban los trabajos de desbrozado de la maleza. Al día siguiente pusieron un gran cartel anunciando una promoción de pisos, disponibles en unos meses. Era evidente que las obras amenazaban la vida de un centenar de gatos, que morirían sepultados bajo los escombros y serían obligados a salir a la M30 tratando de huir, con el riesgo de ser atropellados. ¿A quién acudir? Además de contactar con una serie de protectoras de animales, que, desbordadas como están, fueron incapaces de darme una solución al problema, decidí ponerme en contacto con el ayuntamiento y con el grupo municipal de Ahora Madrid mediante las redes sociales. Escribí a Ahora Madrid; sin respuesta. Escribí a la cuenta oficial del Ayuntamiento; sin respuesta. Escribí a diversas secciones de Equo, tan activo en las redes sociales en otras ocasiones; sin respuesta.
Posteriormente supe que varios vecinos llegaron a interponer denuncias ante la Junta de Distrito, donde los funcionarios se limitaron a tramitar el caso y dejarlo que fuera engullido por el monstruo insaciable de la burocracia. Una mañana vi a una mujer con el logo en su ropa de la empresa Recolte haciendo fotos a la cada vez más afectada colonia de gatos. Busqué información acerca de esta empresa y sólo encontré que había firmado un convenio con el Ayuntamiento para gestionar diversos aspectos de la política ambiental, incluidas las colonias de gatos callejeros. Recolte, una empresa que, según su página web, no tiene experiencia alguna en estos temas. No volví a ver a trabajador alguno de Recolte en el solar.
Escribí a Ahora Madrid; sin respuesta. Escribí a la cuenta del Ayuntamiento; sin respuesta. Escribí a diversas secciones de Equo; sin respuesta
Por fortuna, y después de dos días de desesperación, la ayuda vino desde un grupo de protectoras cuyos voluntarios habían sido alertados de la situación de los gatos del solar. En las redes sociales vi que habían comenzado a retirar a algunos gatos del lugar antes de que las máquinas comenzaran las labores más peligrosas para ellos. Me puse en contacto con ellos y fue así como trabé relación con Madrid Felina y con Alba, dos asociaciones que se ocupan de miles de gatos en toda la Comunidad de Madrid. Sus voluntarios dedicaron varios días a capturar a los gatos de la colonia, viviendo escenas auténticamente dantescas, como cachorros encontrados bajo los escombros con un leve hálito de vida en su interior y madres preñadas que se resistían a ser capturadas. Los luchadores de Madrid Felina y Alba lograron, con sus medios y sin ayuda institucional ninguna, salvar la vida a más de medio centenar de gatos para llevarlos a sus sedes, a casas de voluntarios, esterilizarlos, vacunarlos, curar sus heridas e infecciones y, en definitiva, darles la oportunidad de tener una vida digna. Fueron unos días intensos en los que algunos voluntarios estuvieron pendientes de que las máquinas causaran el menor daño posible, luchando contra la impotencia de ver que los trabajos avanzaban y aún quedaban gatos entre los escombros.
La obra, como pudimos comprobar, contaba con todos los permisos del Ayuntamiento. Ningún funcionario municipal de este ayuntamiento del cambio se preocupó en indagar acerca de las condiciones del solar o si había seres vivos habitando en él. Se limitaron a poner su sello y permitir que los trabajos empezaran. Es de justicia reconocer que los responsables de la obra y la empresa de seguridad facilitaron el acceso a los voluntarios para que pudieran tratar de rescatar a los gatos. Se permitió poner jaulas y acceder con casi total libertad una vez los trabajos terminaban al acabar la jornada laboral.
Los voluntarios de Madrid Felina y Alba lograron, con sus medios y sin ayuda institucional ninguna, salvar la vida a más de medio centenar de gatos
El resultado de estos días de esfuerzo se saldó con el rescate de más de medio centenar de gatos, adultos y cachorros. Los adultos, siguiendo la metodología CES (Captura- Esterilización-Suelta) serán reubicados en otro espacio donde puedan seguir sus vidas, en esta ocasión ya de forma controlada. Las crías, tras pasar un periodo de cuarentena y ser testadas y vacunadas, serán dadas en adopción y vivirán una existencia más cómoda y feliz que la que la calle les iba a proporcionar. No sabemos cuántos gatos han muerto durante las obras en el solar de Antonio López. Seguramente decenas de ellos han quedado sepultados en los agujeros y tuberías bajo el peso de las máquinas y los escombros. Nunca sabremos su número exacto.

¿Qué ha hecho el Ayuntamiento de Madrid, el ayuntamiento del cambio? ¿Qué ha hecho Equo, el partido ecologista que gestiona el área de Medio Ambiente municipal? Absolutamente nada. Las obras en el solar por desgracia han coincidido con la jornada electoral, por lo que todos los partidos políticos estaban muy ocupados en importantes menesteres que no podían ser dejados de lado por unas decenas de gatos callejeros. Mis mensajes en Twitter siguen sin respuesta.
¿Ayuntamientos del cambio? ¿Qué cambios ha vivido Madrid en el último año? Hay quien podría argumentar que muchos. Hay quien me diría que hace falta tiempo, que un año es poco para poner en marcha un proyecto político complejo. Hay quien me llamaría cenizo y derrotista por criticar a los nuevos partidos de la ilusión y la esperanza. Sin embargo, la realidad es que los gatos del solar de Antonio López no han vivido cambio alguno. Su situación, su abandono por parte de las autoridades, ha sido la misma con Manuela Carmena en la alcaldía de lo que lo habría sido con Tierno Galván, Gallardón, Ana Botella o Arias Navarro.
Tal vez el cambio llegue algún día. Pero, para los gatos del solar de Antonio López, habrá llegado demasiado tarde.
Luis M. López Román es Profesor de Historia. Latinista y filólogo renegado. Opinando desde Madrid para todo el que quiera escuchar.