Taberna Pedraza, lo de siempre también es delicioso
Este artículo habla sobre la Taberna Pedraza original de Ibiza, antes de su traslado y crecimiento en Recoletos. Intentaremos volver para comprobar qué ha cambiado.
A veces uno busca restaurantes en Madrid en los que probar cosas nuevas, platos de tierras lejanas, o recetas llenas de nuevas técnicas y nuevos productos. Otras veces, en cambio, uno quiere volver a lo de siempre. A los platos y los productos con los que ha crecido y que tan bien conoce. Para eso, y para además tener una comida o cena de cinco tenedores, la Taberna Pedraza es jugar sobre seguro. Abrieron en 2014 y dos años después su popularidad les llevó a tener que mudarse a un local más amplio. Pero se movieron poco y se fueron de la Calle Ibiza 40 al 38 (mira cómo llegar en transporte público).


Con Santiago Pedraza dirigiendo el asunto y Carmen Carro dirigiendo específicamente los fogones, este local se ha convertido en un pequeño secreto que todo el que lo descubre acaba encantado. En una zona de tabernas como es ese espacio entre el Parque del Retiro y el Hospital Gregorio Marañon, la Pedraza destaca por su propuesta de recorrer la gastronomía española en una sola velada. Puedes ir de Galicia a La Mancha, o del País Vasco a Málaga, pasando por Madrid o por Extremadura. Las rutas que te puedes marcar sólo dependen de lo que quieras probar.


En la Taberna Pedraza nos comprometemos con nuestras raíces para ofrecer una cocina española heredada de nuestras mayores. Esa es la declaración de intenciones que lanzan en su web, y eso es lo que uno se encuentra. Platos bien hechos en los que se nota que el producto es de calidad. Nada de experimentos ni postureos. Una carta sencilla, que va variando según los productos de temporada, con platos que no nos harán sospechar. Se han pateado la península y allá donde han visto un buen producto, de allá se lo han traído.

En nuestra visita optamos por comer de raciones. Aunque tienen platos más contundentes, ésta es una opción perfecta en la Taberna Pedraza, porque podremos probar un poco de todo. Nuestro menú (para tres personas) arrancó en Extremadura, de donde venía la deliciosa mini torta de queso (12,50 euros). De allí subimos a Galicia, para probar la estrella de la carta, la tortilla de patatas estilo Betanzos: maravillosamente poco cuajada e ideal para mojar la yema que inunda el plato (14 euros).
De allí nos vinimos a Madrid a probar unos mejillones tigre (2,30 euros cada uno) y unas espectaculares croquetas cremosas de jamón de bellota (9,50 euros la ración). Descansamos un poco con una suave ensalada de tomate y ventresca (18,50 euros), para subirnos al norte y tomarnos una rica chistorra de Lasarte con pimientos de Padrón (11,50 euros). De postre hay que probar, sí o sí, la quesada pasiega, calentita en su plato de barro (6 euros). Y en su carta hay mucho más.

Para beber nosotros elegimos cerveza, pero tienen una larga y variada carta de vinos. Si necesitas ayuda te dan consejo con gusto. Porque en todo momento el servicio está para ayudarte y aconsejarte, siempre atentos y siempre sonrientes. Todo en un local (con terraza en el bulevar de la Calle Ibiza) de claro estilo vintage, con mesas y sillas cada cual de su padre y de su madre, plantas rodeándonos y toques artesanos. El espacio es más bien reducido, por lo que deberíais reservar cuando vayáis. Su nuevo local mantiene un estilo retro para gana en amplitud y comodidad. Hay más espacios, desde mesas altas para picoteo a mesas para comidas amplias. Sin embargo, lo mejor sigue siendo reservar.

Por cierto, ese menú de antes, con bebidas y cafés, fue 95 euros (a finales de 2015). A unos 32 euros por persona. Es un poco caro, pero cómo se come oiga.